Paula Díaz nació en el año 1997 en Envigado, Antioquia. Llegó a hacerle compañía a su hermano mayor, quien ahora es químico puro y su mayor ejemplo a seguir. Para lograr ingresar a la universidad tuvo el apoyo y la ayuda de su hermano en la preparación de las pruebas. Paula estudió economía en la Universidad de Antioquia y su mayor motivación al tomar esta decisión fue querer transformar al mundo desde la parte económica y el entendimiento de la sociedad.
El nivel de exigencia de la universidad era muy alto, lo que representó un gran reto que pudo superar al obtener métodos de estudio efectivos y grandes cargas de responsabilidad. Decidió presentar su tesis con base en la producción agropecuaria y la violencia en Colombia, ya que siempre le interesaron estos temas y afirma que hacer una tesis es una buena forma de presentarse ante el mundo académico y laboral. Durante la pandemia tuvo que encontrar un lugar para hacer sus prácticas profesionales y encontró a Creci, desde entonces Paula hace parte del equipo de Business Development con un gran sentido de responsabilidad y compromiso.
Desde muy pequeña ha sido una amante de los animales, especialmente los perros. Hace años llegaba a su casa con perros que estaban abandonados en las calles con la intención de adoptarlos y darles un hogar, sin embargo su madre no les permitía quedarse pero siempre ayudaba a conseguirles un hogar. Finalmente, le regalaron un Schnauzer que vivió muchos años a su lado hasta que murió en 2017.
Con el pasar de los años ha habido diferentes cambios en su vida, como la mudanza de la ciudad a una finca en Sabaneta, Antioquia. Resalta que fue un cambio grande porque la vida en la ciudad es más intensa, ruidosa y ajetreada, mientras que en el campo hay mayor tranquilidad y serenidad. Para poder movilizarse tuvo que aprender a manejar, otro reto que superó con gran habilidad.
Lleva cinco años con su novio y les encanta viajar, ahorran dinero para poder conocer diferentes lugares. Aprovechando la virtualidad de los trabajos decidieron irse a vivir a Santa Marta, más exactamente a Taganga, un lugar donde tienen la posibilidad de vivir cerca al mar y la montaña. Allí ayudan a diferentes animales, perros o gatos de la calle, brindándoles alimentos. También disfrutan los fines de semana en el mar y han conocido a varios extranjeros lo que les permite practicar el inglés y conocer más de diferentes culturas.
Pese a vivir en un lugar con ecosistemas fantásticos, buenas personas y una excelente calidad humana donde todos se ayudan mutuamente, Paula se ha visto sorprendida por la escasez de agua. Toda su vida tuvo la posibilidad de vivir en una ciudad donde abría la llave y el agua salía limpia y abundante. En Taganga el agua es limitada y debe ser entregada por carro tanques a cada hogar, por ende la conciencia sobre esta problemática es cada vez más constante en su vida y definitivamente una enseñanza para todos quiénes la rodeamos.
Le sorprenden las necesidades de esta población en cuanto al agua, porque toda su vida tuvo la posibilidad de abrir la llave y tenerla en abundancia, mientras que en Taganga es muy escasa, hay que cuidarla y conservarla porque la única forma de conseguirla es mediante carro tanques que llegan a cada casa, así que quienes no la saben racionar pueden quedarse sin una gota.
A pesar de disfrutar la vida en el mar, en esta nueva etapa no ha sido fácil alejarse de su familia y sus perros. Pero confía en que es una experiencia que la va a llenar de aprendizajes, conciencia ambiental y un gran sentido de la autonomía.